
Mi última visita al psiquiatra fue muy determinante: “no puedo recetar más medicamentos ya que estoy fomentándote la adicción a los ansiolíticos y somníferos”. Ésa fue la última y sabia respuesta de mi médico este año.
Luego de aquello no asistí más donde este profesional de la salud, sino que simplemente decidí hacerlo cuando “me autoperciba como una persona capaz de controlar la ansiedad y baje mis niveles de obsesión”. En todo caso he logrado notables avances: “ya no preciso somníferos porque duermo perfectamente 9 horas en promedio por noche”.
Personalidad obsesiva y compulsiva. En fin, una persona que ama los detalles y la perfección de las cosas; exageradamente crítico conmigo mismo y con los demás y, al mismo tiempo, dubitativo. ¡¡¡Chucha que soy complicado!!!
En una ocasión le pregunté al médico por qué me “rayaba” tanto con las cosas que me producían placer o que simplemente me motivaban. Respondió lo siguiente: “a las personas obsesivas y compulsivas no les gusta sentir que pierden el tiempo en cosas que no les producen placer”. O sea, las cosas que me gustan las disfruto en un 100%. Ahora comprendo mi adicción a la música, a los gatos, a la lectura, a la Mitología Griega, a Drácula, a las enciclopedias, al tabaco, a dormir y a las conversaciones con mis amigos y amigas. También hay muchas otras que no quiero detallar y que son de índole personal. En resumen, me “rayo u obsesiono” por mucho tiempo con aquellas actividades que resultan placenteras y que además me diferencian del resto.
Últimamente me he tornado un “adicto al cine”, pero no de “Hollywood o Disneyland”. Trato de diferenciar y optar por lo que hace resonancia conforme a mis convicciones ideológicas, cotidianas y personales. El cine que frecuento no es de “Premios de la Academia” ni menos de “grandes estrellas” que se destacan más por su rostro y anatomía perfecta.
Hace un año exactamente que “rayo la papa” o me he obsesionado con la película del gran director español Pedro Almodóvar: “Pepi, Luci, Bom y Otras Chicas del Montón (1980)”.
Esta obsesión tiene su génesis hace 7 u 8 años, época de mi vida en la cual era un estudiante universitario que se proyectaba con éxito en lo profesional. En un dos por tres a esta película española se le quita el rótulo de “censura” impuesto durante la Dictadura Militar de Pinochet.
A partir de esta fecha mis tres amigas y compañeras de universidad (Chipi, Ote y Dolly) me invitan al “Cine Normandie” a ver esta película, obviamente no acepté, ya que tenía que trabajar o simplemente no me interesaba.
Las críticas y comentarios de la película realizados por mis amigas y compañeras de universidad fueron bastante escuetos y de poca relevancia. En fin, la película en cuestión no me interesaba en lo absoluto.
Sin embargo, hace un año atrás todo cambió repentinamente a partir del instante que navego por internet y llego a una página en la cual se describían las películas censuradas en Chile y su pugna por ser transmitidas mediante la televisión por cable. Desde ese momento “Pepi, Luci, Bom y Otras Chicas del Montón” pasa a ser transmitida por VTR y se arma una vez más la polémica.
Me pregunto ¿Qué tan terrible puede ser esta película? Entro a YouTube para indagar exploratoriamente y me percato sólo de una cosa: “Pedro Almodóvar es un genio”. Desde aquel momento mi obsesión llega a tal punto que soy capaz de repetir fielmente diálogos de esta película; conozco y disfruto su banda sonora; he potenciado mucho más mi adicción por la Música Kitsch; me volví incondicional por Carmen Maura; y resulta ahora que soy “fan de Alaska y Fangoria”. Debo agregar además que he comprado varias películas de Almodóvar, de quien soy su fiel admirador.
Sin embargo, no todas las acciones en torno a mi obsesión han dado frutos, ya que encargué esta película al extranjero y aún no he podido verla. Viene en formato PAL y el DVD de mi casa no la lee.
Por este motivo y junto a los reiterados comentarios de mi amigo Miguel, quien me recuerda siempre lo “rayado que estoy” por esta película, he decidido realizar tres artículos al respecto. Espero que de esta forma calme mi obsesión y comprendan mi “rayadura de papa”.
A continuación nombro los capítulos y su correspondiente orden de presentación, los cuales serán publicados desde la próxima edición:
- Primera Parte: “No te importa intentar por detrás, es que estoy más acostumbrada”.
- Segunda Parte: “Cuarentona y blandita! Como a mi me gustan!” Dedicado a mi amiga Ana.
- Tercera Parte: “Te meto el dedo en la raja”
Luego de aquello no asistí más donde este profesional de la salud, sino que simplemente decidí hacerlo cuando “me autoperciba como una persona capaz de controlar la ansiedad y baje mis niveles de obsesión”. En todo caso he logrado notables avances: “ya no preciso somníferos porque duermo perfectamente 9 horas en promedio por noche”.
Personalidad obsesiva y compulsiva. En fin, una persona que ama los detalles y la perfección de las cosas; exageradamente crítico conmigo mismo y con los demás y, al mismo tiempo, dubitativo. ¡¡¡Chucha que soy complicado!!!
En una ocasión le pregunté al médico por qué me “rayaba” tanto con las cosas que me producían placer o que simplemente me motivaban. Respondió lo siguiente: “a las personas obsesivas y compulsivas no les gusta sentir que pierden el tiempo en cosas que no les producen placer”. O sea, las cosas que me gustan las disfruto en un 100%. Ahora comprendo mi adicción a la música, a los gatos, a la lectura, a la Mitología Griega, a Drácula, a las enciclopedias, al tabaco, a dormir y a las conversaciones con mis amigos y amigas. También hay muchas otras que no quiero detallar y que son de índole personal. En resumen, me “rayo u obsesiono” por mucho tiempo con aquellas actividades que resultan placenteras y que además me diferencian del resto.
Últimamente me he tornado un “adicto al cine”, pero no de “Hollywood o Disneyland”. Trato de diferenciar y optar por lo que hace resonancia conforme a mis convicciones ideológicas, cotidianas y personales. El cine que frecuento no es de “Premios de la Academia” ni menos de “grandes estrellas” que se destacan más por su rostro y anatomía perfecta.
Hace un año exactamente que “rayo la papa” o me he obsesionado con la película del gran director español Pedro Almodóvar: “Pepi, Luci, Bom y Otras Chicas del Montón (1980)”.
Esta obsesión tiene su génesis hace 7 u 8 años, época de mi vida en la cual era un estudiante universitario que se proyectaba con éxito en lo profesional. En un dos por tres a esta película española se le quita el rótulo de “censura” impuesto durante la Dictadura Militar de Pinochet.
A partir de esta fecha mis tres amigas y compañeras de universidad (Chipi, Ote y Dolly) me invitan al “Cine Normandie” a ver esta película, obviamente no acepté, ya que tenía que trabajar o simplemente no me interesaba.
Las críticas y comentarios de la película realizados por mis amigas y compañeras de universidad fueron bastante escuetos y de poca relevancia. En fin, la película en cuestión no me interesaba en lo absoluto.
Sin embargo, hace un año atrás todo cambió repentinamente a partir del instante que navego por internet y llego a una página en la cual se describían las películas censuradas en Chile y su pugna por ser transmitidas mediante la televisión por cable. Desde ese momento “Pepi, Luci, Bom y Otras Chicas del Montón” pasa a ser transmitida por VTR y se arma una vez más la polémica.
Me pregunto ¿Qué tan terrible puede ser esta película? Entro a YouTube para indagar exploratoriamente y me percato sólo de una cosa: “Pedro Almodóvar es un genio”. Desde aquel momento mi obsesión llega a tal punto que soy capaz de repetir fielmente diálogos de esta película; conozco y disfruto su banda sonora; he potenciado mucho más mi adicción por la Música Kitsch; me volví incondicional por Carmen Maura; y resulta ahora que soy “fan de Alaska y Fangoria”. Debo agregar además que he comprado varias películas de Almodóvar, de quien soy su fiel admirador.
Sin embargo, no todas las acciones en torno a mi obsesión han dado frutos, ya que encargué esta película al extranjero y aún no he podido verla. Viene en formato PAL y el DVD de mi casa no la lee.
Por este motivo y junto a los reiterados comentarios de mi amigo Miguel, quien me recuerda siempre lo “rayado que estoy” por esta película, he decidido realizar tres artículos al respecto. Espero que de esta forma calme mi obsesión y comprendan mi “rayadura de papa”.
A continuación nombro los capítulos y su correspondiente orden de presentación, los cuales serán publicados desde la próxima edición:
- Primera Parte: “No te importa intentar por detrás, es que estoy más acostumbrada”.
- Segunda Parte: “Cuarentona y blandita! Como a mi me gustan!” Dedicado a mi amiga Ana.
- Tercera Parte: “Te meto el dedo en la raja”