Siempre me ha cargado Luis Miguel. Simplemente no tolero su impertinente jactancia de autopercibirse como “macho hermoso” e irresistible para las féminas. Menos tolero a sus “fans”, quienes son capaces hasta de “colgarse de sus pezones” por verlo y apreciar sus dotes.
Desde pequeño que conozco a Luis Miguel. Y bastante. Como para desecharlo instantáneamente a penas lo escucho, ya que distingo a la brevedad sus apariciones sonoras. Mi hermana mayor era una acérrima fanática. Pertenecía a un “club de señoritas” que seguían los encantos de este singular cantante. Recortaba sus fotografías del periódico y gritaba como si le “pusieran sal en una herida” ante sus actuaciones en el Festival de Viña del Mar.
Sin embargo, este “cuate cantante” no me quita el sueño. Simplemente lo considero como un paciente psiquiátrico con un grave cuadro de egocentrismo. De igual forma concibo a Maradona, Robbie Williams, Morrisey, al esquizoide Bonvallet y al proxeneta Kike Morandé. El único rescatable sin lugar a dudas es Morrisey. Canta bien y me gustan sus temas. Debo reconocerlo.
Y de Lucerito o Lucero que puedo decir. Me arrodillo y quito el sombrero ante su inconmensurable lindeza. Es una bella persona por donde se le mire. Físicamente creo que es la mujer más hermosa que he podido apreciar (junto a Sophia Loren). Ella es una “carita de ángel”, aunque no crea en la existencia de estos míticos seres. De existir, creo sin temor a equivocarme que Lucero es uno.
Me encanta su simpatía. Irradia alegría cuando se le ve. Siempre con una sonrisa de oreja a oreja que potencia aún más su armónica totalidad. Curvilínea y “rellenita”. Femenina y muy distinguida.
Sin embargo hay algo en ella que me interesa mucho más que lo mencionado anteriormente. Lucero es una persona extremadamente solidaria. En México la admiran por esta cualidad. Organizó la Teletón en su país y hasta hoy sigue aportando con mucho ímpetu en este proyecto fraterno. Ella es la equivalente a Don Francisco, aunque no creo que ella “saque partido” de este evento solidario como nuestro “Querido Mario”.
Si retrocedemos 22 años atrás y hacemos una intersección entre Lucerito y Luis Miguel, tenemos como producto una popular y exitosa película para adolescentes: “Fiebre de Amor”. Lucerito, una enardecida fan, sueña con Luis Miguel y pretende que él corresponda su amor. Suceden muchos eventos que potencian su relación amorosa y al final ella se queda junto a él. ¡Qué predecible y fome historia!
A pesar de esto, todo el mundo conoce esta película. En realidad marcó una generación impresionante de chilenos y chilenas. A quién le he preguntado si conocen esta película me responden afirmativamente. Yo la recuerdo perfectamente. Incluso que mi hermana imitaba a Lucerito.
Ahora que admito mi patológica y vehemente adhesión a la “Tendencia Kitsch”, creo que este tema me ha traído más de algún bonito recuerdo de infancia. No el recuerdo de la felicidad propia, sino la de otros y otras. Los recuerdos de apreciar a mi hermana cantando es algo que me alegra en demasía. Ahora es otra. Con el pasar de los años la gente torna a ser infeliz y algo amargada. Lo he planteado anteriormente. Intento día a día no caer en ese nocivo proceso. Me ha dado resultado en parte.
La banda sonora de esta película obviamente contiene sólo canciones de Luis Miguel, destacándose “Los Muchachos de Hoy y Por Ti”. Lucerito tuvo una mínima aparición. Sin embargo, el gran éxito fue el dúo formado por estos “chiquillos”, cuyo resultado fue esta romántica y nostálgica canción: “Todo el Amor del Mundo”.
El video es un simple extracto de la película, la cual se desarrolla en un “topísimo” hotel ABC1 de Acapulco. En este video vemos a Luis Miguel en sus inicios: un niño-niña casi desnutrido, corte de pelo a lo He-Man y boca protuberante. Lucerito con su pelo larguísimo y algo cadavérica. En fin.