Nota: Los nombres de las personas y lugares han sido alterados. La historia es completamente real.
Bailaba Cueca la gorda con un pañuelo que se lo había arrebatado discretamente a la señora quien se encontraba vomitando por haber tomado demasiado pipeño. ¿Señora, a lo mejor usted está embarazada y por eso vomita mucho? Le dijo la gorda. ¡Na que ver, me tomé como un litro de copete sola mientras espero al viejo de la esquina! Respondió algo enérgica la señora.
¡El viejo de la esquina es mi mino! Dijo la vieja gorda ¡Si me devuelve mi pañuelo yo le devuelvo a su peor es na entonces! Respondió otra vez enérgicamente la señora.
Detrás de la ramada, el viejo Arnoldo miraba y se mofaba como las dos mujeres discutían. Se reía de forma exacerbada al ver como acrecentaban la disputa por él. ¡Mejor me voy pa la “Fonda VIP” de al lao porque allá la música está rebuena! Dijo el “galán mujeriego” de barba cobriza y grasosa.
En la otra Fonda, Bridgitte se acicalaba para captar nuevos clientes. Necesitaba como de costumbre dinero para costear sus vicios y algunos de sus lujos: televisión por cable que paga a media con su vecina de cité; internet para chatear y buscar clientes que la contraten por 10 miserables lucas; taxi cuando viaja de un lado de la ciudad al otro; algunas cremas para disminuir el dolor anal; y un tratamiento dental para su desdentada sonrisa.
Bridgitte es la puta más conocida de San Camilo. Su nombre verdadero es Carolina López. Tiene 36 años y es curvilínea. Viene de Paine y nunca tuvo las oportunidades por las cuales decidió sesgadamente asentarse en Santiago Centro. Sin embargo, ella terminó en la nocturna la enseñanza media y fue la primera en inscribirse en los cursos de peluquería que ofrecía el Alcalde Joaquín Lavín. Es muy empeñosa y trata siempre de aprender nuevas cosas para poder ganar más dinero.
Siempre quiso ser enfermera. Cuando era niña una vez vio que una enfermera ayudó a un señor de edad a medicarse y a controlar su presión arterial. Quedó muy admirada del actuar de aquella profesional. Sentía que ella podía hacer lo mismo y mucho mejor. Por ese motivo ella necesita juntar mucho dinero. Quiere hacer auque sea un curso básico de cuidado de enfermos para poner inyecciones y hacer curaciones.
Algunas veces, cuando la necesidad es mayor, Bridgitte ofrece servicios a los “liceanos” que pululan por el sector. Ella, una vez terminado el servicio, regala a los pupilos algunos caramelos de menta para que la recuerden. Nunca ha vuelto alguno de ellos porque ella se encarga de quitarles hasta el último peso. En realidad los asusta tanto que prohíbe incluso recordar la experiencia sexual mientras ellos se masturban por las noches.
Otras veces cobra más caro porque ofrece ciertas atenciones a los mecánicos del sector. Ellos, aunque no son muy adinerados son infieles a sus esposas por lo que les debe costar más dinero. “Deben pagar más por cagar a sus mujeres” Dice Bridgitte.
Un día Bridgitte caminaba por 10 de Julio y fue injustamente abucheada por los mecánicos del sector. Inclusive uno se atrevió a “correrle mano”. A su defensa salió don Arnoldo. Con su barba algo tiñosa y sus 48 años de edad. Representaba eso sí por lo menos dos décadas más de las que tiene. ¡Qué te pasa conchetumare con la señorita! Grita don Arnoldo al irrespetuoso joven que atormentó a Bridgitte. Como Carabinero sin armas se retiró cobardemente el agresor.
Brdgitte agradeció con una leve sonrisa a don Arnoldo, quien ya era el héroe indiscutido del sector. Era además el más “chorizo” de San Camilo. Incluso respetado por los “narcos”. Aunque él no consumía drogas, solamente pipeño y cerveza. Ni fumaba cigarros. En resumen era un muy buen hombre y persona. Era extremadamente solidario y buen vecino.
Desde aquel momento una extraña química se ha interpuesto entre ambos. Cuando se cruzaban en el camino él se revolucionaba sentimental y hormonalmente. Ella se olvidaba por un momento que era una puta.
Don Arnoldo durante su juventud fue más bien de bajo perfil y algo porfiado de cara. Llegó hasta séptimo básico en la Escuela Fiscal de Coronel, su ciudad natal. Sin embargo era extremadamente culto ya que leía mensualmente las revistas Reader´s Digest. Multiplicaba verbalmente hasta 25 y era algo cinéfilo.
Vivía solo en una pieza que arrendaba en la calle Portugal. No ganaba mucho dinero ya que simplemente no era bien valorado su trabajo de mecánico. Siempre tenía problemas con sus jefes ya que se negaban a hacerle contrato. Aunque era el mejor de los empleados, siempre peleaba con sus superiores porque defendía a los trabajadores más débiles. Arnoldo era un hombre que anhelaba la justicia. Dicen que participó en cuanta marcha “anti Pinochet” hubo en la década de los 80.
A las 01.35 de la noche Bridgitte y Arnoldo una vez más se han vuelto a encontrar. Hace un poco de frío en la “Fonda VIP” y abundan los ebrios hediondos a pipeño. Ambos se miran y sonríen como adolescentes primerizos en el “pololeo” colegial. Como se suele decir, mariposas estomacales hacen su llegada triunfal.
Mientras en la Fonda se bailan las más rítmicas y suculentas cumbias, Arnoldo espera ansiosamente una Cueca para invitar a Bridgitte a bailar. ¿Sabe bailar Cueca Brdgitte? ¡No don Arnoldo! ¡ Si es re fácil!
¡Espere un momento don Arnoldo!. Dice Bridgitte al oído de su galán. Suena el celular. El cliente más adinerado y quien mejor le paga los servicios sexuales la llama. Arnoldo agacha la cabeza y ella desaparece entre la multitud. Cabizbajo recuerda su nefasto oficio.
Bailaba Cueca la gorda con un pañuelo que se lo había arrebatado discretamente a la señora quien se encontraba vomitando por haber tomado demasiado pipeño. ¿Señora, a lo mejor usted está embarazada y por eso vomita mucho? Le dijo la gorda. ¡Na que ver, me tomé como un litro de copete sola mientras espero al viejo de la esquina! Respondió algo enérgica la señora.
¡El viejo de la esquina es mi mino! Dijo la vieja gorda ¡Si me devuelve mi pañuelo yo le devuelvo a su peor es na entonces! Respondió otra vez enérgicamente la señora.
Detrás de la ramada, el viejo Arnoldo miraba y se mofaba como las dos mujeres discutían. Se reía de forma exacerbada al ver como acrecentaban la disputa por él. ¡Mejor me voy pa la “Fonda VIP” de al lao porque allá la música está rebuena! Dijo el “galán mujeriego” de barba cobriza y grasosa.
En la otra Fonda, Bridgitte se acicalaba para captar nuevos clientes. Necesitaba como de costumbre dinero para costear sus vicios y algunos de sus lujos: televisión por cable que paga a media con su vecina de cité; internet para chatear y buscar clientes que la contraten por 10 miserables lucas; taxi cuando viaja de un lado de la ciudad al otro; algunas cremas para disminuir el dolor anal; y un tratamiento dental para su desdentada sonrisa.
Bridgitte es la puta más conocida de San Camilo. Su nombre verdadero es Carolina López. Tiene 36 años y es curvilínea. Viene de Paine y nunca tuvo las oportunidades por las cuales decidió sesgadamente asentarse en Santiago Centro. Sin embargo, ella terminó en la nocturna la enseñanza media y fue la primera en inscribirse en los cursos de peluquería que ofrecía el Alcalde Joaquín Lavín. Es muy empeñosa y trata siempre de aprender nuevas cosas para poder ganar más dinero.
Siempre quiso ser enfermera. Cuando era niña una vez vio que una enfermera ayudó a un señor de edad a medicarse y a controlar su presión arterial. Quedó muy admirada del actuar de aquella profesional. Sentía que ella podía hacer lo mismo y mucho mejor. Por ese motivo ella necesita juntar mucho dinero. Quiere hacer auque sea un curso básico de cuidado de enfermos para poner inyecciones y hacer curaciones.
Algunas veces, cuando la necesidad es mayor, Bridgitte ofrece servicios a los “liceanos” que pululan por el sector. Ella, una vez terminado el servicio, regala a los pupilos algunos caramelos de menta para que la recuerden. Nunca ha vuelto alguno de ellos porque ella se encarga de quitarles hasta el último peso. En realidad los asusta tanto que prohíbe incluso recordar la experiencia sexual mientras ellos se masturban por las noches.
Otras veces cobra más caro porque ofrece ciertas atenciones a los mecánicos del sector. Ellos, aunque no son muy adinerados son infieles a sus esposas por lo que les debe costar más dinero. “Deben pagar más por cagar a sus mujeres” Dice Bridgitte.
Un día Bridgitte caminaba por 10 de Julio y fue injustamente abucheada por los mecánicos del sector. Inclusive uno se atrevió a “correrle mano”. A su defensa salió don Arnoldo. Con su barba algo tiñosa y sus 48 años de edad. Representaba eso sí por lo menos dos décadas más de las que tiene. ¡Qué te pasa conchetumare con la señorita! Grita don Arnoldo al irrespetuoso joven que atormentó a Bridgitte. Como Carabinero sin armas se retiró cobardemente el agresor.
Brdgitte agradeció con una leve sonrisa a don Arnoldo, quien ya era el héroe indiscutido del sector. Era además el más “chorizo” de San Camilo. Incluso respetado por los “narcos”. Aunque él no consumía drogas, solamente pipeño y cerveza. Ni fumaba cigarros. En resumen era un muy buen hombre y persona. Era extremadamente solidario y buen vecino.
Desde aquel momento una extraña química se ha interpuesto entre ambos. Cuando se cruzaban en el camino él se revolucionaba sentimental y hormonalmente. Ella se olvidaba por un momento que era una puta.
Don Arnoldo durante su juventud fue más bien de bajo perfil y algo porfiado de cara. Llegó hasta séptimo básico en la Escuela Fiscal de Coronel, su ciudad natal. Sin embargo era extremadamente culto ya que leía mensualmente las revistas Reader´s Digest. Multiplicaba verbalmente hasta 25 y era algo cinéfilo.
Vivía solo en una pieza que arrendaba en la calle Portugal. No ganaba mucho dinero ya que simplemente no era bien valorado su trabajo de mecánico. Siempre tenía problemas con sus jefes ya que se negaban a hacerle contrato. Aunque era el mejor de los empleados, siempre peleaba con sus superiores porque defendía a los trabajadores más débiles. Arnoldo era un hombre que anhelaba la justicia. Dicen que participó en cuanta marcha “anti Pinochet” hubo en la década de los 80.
A las 01.35 de la noche Bridgitte y Arnoldo una vez más se han vuelto a encontrar. Hace un poco de frío en la “Fonda VIP” y abundan los ebrios hediondos a pipeño. Ambos se miran y sonríen como adolescentes primerizos en el “pololeo” colegial. Como se suele decir, mariposas estomacales hacen su llegada triunfal.
Mientras en la Fonda se bailan las más rítmicas y suculentas cumbias, Arnoldo espera ansiosamente una Cueca para invitar a Bridgitte a bailar. ¿Sabe bailar Cueca Brdgitte? ¡No don Arnoldo! ¡ Si es re fácil!
¡Espere un momento don Arnoldo!. Dice Bridgitte al oído de su galán. Suena el celular. El cliente más adinerado y quien mejor le paga los servicios sexuales la llama. Arnoldo agacha la cabeza y ella desaparece entre la multitud. Cabizbajo recuerda su nefasto oficio.