Muchos y muchas tienen ideas bastantes erróneas y desfiguradas de la realidad. Otros y otras pueden que se acerquen a lo denominado ideal o correcto. Sin embargo tengo la certeza que nadie tiene una percepción acabada de la realidad, por lo que es factible posicionarnos desde la “frecuencia de las subjetividades”.
Conforme a lo expuesto, especialmente desde lo que denomino “frecuencia de las subjetividades”, puedo afirmar exhaustivamente que las relaciones interpersonales que he desechado, mantengo y proyecto son conforme en cierta medida a muchos y detallados “intersticios conductuales” experimentados.
Denominaré “intersticios conductuales” simplemente a las motivaciones por cuales un persona, conciente de serlo, intersecta su subjetividad con otros y desarrolla de este modo la interpersonalidad.
Mucha gente ha estado a mi lado durante mi vida. Algunas pasajera y otras ciertamente ya las he olvidado. Unas muy significativas. Otras, en mayor medida completamente “descartables” de este mundo y de cualquier otro.
La calidad de “descartable” puede ser “natural” cuando existe la muerte de por medio; o “forzada” cuando por motivaciones explicables la separación es un hecho irrevocable e ineludible.
Hasta la fecha no se ha producido la separación natural de quienes mantengo a mi lado. Sin embargo, estoy siempre conciente que aquello sucederá. Puedo afirmar que he estado practicando mi posible reacción, entendiendo de forma madura que es un evento inevitable e incluso necesario.
Durante mucho tiempo he pensado en demasía mi particular y única forma de ser y de enfrentar las exigencias de este mundo. He reflexionado y analizado muchos aspectos de la vida, concluyendo categórica y certeramente la imposibilidad de desenvolverme de forma aislada. Esto no quiere decir que sea dependiente.
Mi autopercepción y percepción social respecto de mi forma de ser y hacer me indica en cierta medida que mis principales dolencias son producto de mi maldita y nefasta actitud de “esperar siempre algo” de los y las demás. Creo en cierto sentido que perennemente he vivido en función de esto . Explica en gran medida mi sintomatología del “Síndrome de Peter Pan”.
El resultado de todo esto y la gran conclusión que obtengo es que he sido en cierta medida el causante de mis continuos periodos depresivos. Simplemente la decepción de otros y otras es mucho más grande que todos aquellos momentos felices.
Mientras escribo, me percato que mi barba crece y crece y no he podido detenerla...... Aún estoy a tiempo de cambiar mucho. ¡A forzar nuevos intersticios conductuales”.
Conforme a lo expuesto, especialmente desde lo que denomino “frecuencia de las subjetividades”, puedo afirmar exhaustivamente que las relaciones interpersonales que he desechado, mantengo y proyecto son conforme en cierta medida a muchos y detallados “intersticios conductuales” experimentados.
Denominaré “intersticios conductuales” simplemente a las motivaciones por cuales un persona, conciente de serlo, intersecta su subjetividad con otros y desarrolla de este modo la interpersonalidad.
Mucha gente ha estado a mi lado durante mi vida. Algunas pasajera y otras ciertamente ya las he olvidado. Unas muy significativas. Otras, en mayor medida completamente “descartables” de este mundo y de cualquier otro.
La calidad de “descartable” puede ser “natural” cuando existe la muerte de por medio; o “forzada” cuando por motivaciones explicables la separación es un hecho irrevocable e ineludible.
Hasta la fecha no se ha producido la separación natural de quienes mantengo a mi lado. Sin embargo, estoy siempre conciente que aquello sucederá. Puedo afirmar que he estado practicando mi posible reacción, entendiendo de forma madura que es un evento inevitable e incluso necesario.
Durante mucho tiempo he pensado en demasía mi particular y única forma de ser y de enfrentar las exigencias de este mundo. He reflexionado y analizado muchos aspectos de la vida, concluyendo categórica y certeramente la imposibilidad de desenvolverme de forma aislada. Esto no quiere decir que sea dependiente.
Mi autopercepción y percepción social respecto de mi forma de ser y hacer me indica en cierta medida que mis principales dolencias son producto de mi maldita y nefasta actitud de “esperar siempre algo” de los y las demás. Creo en cierto sentido que perennemente he vivido en función de esto . Explica en gran medida mi sintomatología del “Síndrome de Peter Pan”.
El resultado de todo esto y la gran conclusión que obtengo es que he sido en cierta medida el causante de mis continuos periodos depresivos. Simplemente la decepción de otros y otras es mucho más grande que todos aquellos momentos felices.
Mientras escribo, me percato que mi barba crece y crece y no he podido detenerla...... Aún estoy a tiempo de cambiar mucho. ¡A forzar nuevos intersticios conductuales”.