martes, 25 de septiembre de 2007

El Significado Real de Estar un Mes y Medio Con Licencia Médica.

Muchos son los descuentos monetarios que harán de mis honorarios y la burocracia asociada que se desprende de la Caja de Compensación a la cual pertenezco. Así es este maldito y aberrante sistema. Me enfermo por su culpa y más encima debo pagar por esto.

“El tiempo vale oro” decía mi maestra básica. Lo tuve de sobra y no me percato aún de la importancia que posee. En fin, creo que es mejor no analizar mucho este punto.

Ha acaecido un sin número de experiencias debido a la exacerbada cantidad de tiempo para ocio que tuve. El ocio es necesario y bastante placentero. Creo que es lo que más necesito cuando me agobio y transformo en la típica marioneta sistémica. Juan Carlos, “el niño” más mal genio, reprimido, insensato, frustrado y resentido. En simples términos lo peor que hay en mi.

Sin embargo, el ocio lo pude desembocar en actividades que estaba dejando de lado y que olvidaba gradualmente. Escuchar música con los oídos y no con la vista; leer y darme el tiempo para analizar; alguna que otra película de Vampiros; y enterarme más acabadamente del acontecer nacional y mundial, por ejemplo.

Mucho tiempo tuve para desperdiciar además. Hasta las más inusuales cosas reaparecieron durante mi convalecencia. Sólo por mencionar un caso, los malditos chocolates surgen como la más adictiva de las drogas que ha existido en mi limitado mundo casi vacío de ninfomanías. Antes sólo los contemplaba y comía unos pocos cuantos. Ahora necesito muchos de ellos para calmar mi ansiedad y el grotesco deseo de tener en grandes cantidades lo que me place. Ya no calculo las calorías que hay en ellos simplemente.

No obstante, lo mejor de todo fue que me he re-descubierto y en cierta medida también mejorado mi autoestima (proceso que aún no puedo delimitar claramente). La certeza respecto de quien soy no es absoluta, sin embargo creo que la bondad y la perseverancia como fines me guía a ser mejor persona. Es algo tremendamente importante y es el motivo por el cual soy disonante con la gente. Percatarse que uno no es como el resto del mundo y que a partir de aquella premisa puede entregar a los y las demás algo único, no tiene raciocinio que lo pueda explicar. ¡Qué felicidad más grande!

Finalmente también experimenté una de las más gratas actividades que siempre me ha resultado complejo lograr: “Soñar y recordar lo vivenciado en este espectacular y a veces temible proceso”.

Un día jueves soñé que volaba y que podía alcanzar mucha velocidad. Cruzaba con bastante facilidad la Cordillera de los Andes y contemplaba desde las alturas a la gente que pastoreaba por los faldeos chilenos y argentinos. Sin lugar a dudas estaba emocionado y conciente que era un sueño que jamás se cumpliría.